domingo, 4 de octubre de 2009

Matando a la maldad

No puedo cejar en mis inquietudes, emplastos que son como cilicio meditabundo. Mientras escribo a renglones paralelos cuántos agonizan, cuántas lágrimas se derraman avenándose en cubiletes de impotencia, cuántos crímenes se perpetran, cuántos abortos son el efugio irresponsable de dos cobardes que para el placer dieron su anuencia pero no para la consecuencia, cuántos van cayendo en las garras de la deyección como la pornografía infantil, la explotación sexual, la trata de personas, cuántas mujeres están siendo saboteadas de sus derechos manchadas de deshonra y exclusión, cuántos ancianos están postrados y olvidados en tenderetes que no albergan más que hormigas, humedad y ese olor escatológico rondando sus dinteles corroídos, cuántos están haciendo un cónclave para secuestrar a la hija de un acaudalado, o para extorsionar con cupos que les sirva para sus pertrechos de vagabundez, desperdicio y vileza, o para asesinar a un chivato por órdenes de manes que le entran a la ruleta mafiosa vendiendo sustancias que engordan sus caudales pero empobrecen su sustrato existencialista, cuántas reuniones se van dando para lanzar proyectos dizque de restitución nacional, tocando puertas a los plutócratas sin considerar el adagio de que “Antes de recibir un favor, analiza muy bien cómo habrás de compensarlo”, y al final todo termina resultando el mismo festín de lo pantagruélico, la codicia y el arrumbamiento de lo colectivo por el hato particular; cuántas viudas lloran a sus muertos sin ver justicia en sus crespones colgantes en sus ventanas donde habiendo sol ahora solo ven un largo y oscuro eclipse, cuántos huérfanos o abandonados tienen el derrotero expedito para canalizar su impotencia en el fuselaje vandálico siempre con el mascarón de proa más mediático como lo es el pandillaje, cuántos que no saben leer ni escribir y quisieran que sus hijos sí lo hicieran pero las oportunidades escasas los hace atestiguarse que la pobreza es una clavazón aún más ferina que antes, cuántas adolescentes tiene que ceñirse de látex, pintarse los labios de rojo e impostar sensualidad cuando deberían estar en el colegio, cuántos llenos de vacío perpetuo y redundante siguen la pauta de los carneritos que esperan el fin de semana para como perros babeantes salir hacia los antros de neones y psicodélicas y entrar en un desenfreno juvenil que tiene su picantito en el “agarre, la libación, las pitadas, el esnifar y la cópula que dizque los hace mejor prontuariados en las artes amatorias” y al final eso queda como una muesca de pura, purita, puritita banalidad…..Jajaja, y hay alguien que se reí insomne, imperceptible como el silencio, desplegando sus tentáculos multinivel, dispersando la dilucidación, la reflexión, torneando en melifluo lo que normalmente tendría que ser objeto de reprobación desde todos sus ángulos, por qué quien dice que la maldad solamente es matar, secuestrar, golpear, violar, engañar, corromper; esas serán las ramas más altamente denigratorias, pero para combatir a la maldad yo puedo con rotundez decir que desde que hay displicencias cómo las de ( y solo para citar 3 ejemplos) que a un hijo no hay que disciplinarlo con vara pues se corre el riesgo de dañar su psiquis y dejarlo con trauma o que debe haber una campaña de apoyo de propulsión del sexo seguro (¿¿??) y solo con el afan superficial de que no conciba o contraiga enfermedades, pero ¿qué hay de su leitmotiv de adolescente de seguir la pauta de hacer activa su vida sexual pero inactiva su vida espiritual?, o cuándo uno se tiene que divorciar hay la justificación rastrera, simplista y cobarde (llorona, llorona, llorona) que LO NUESTRO ES IRRECONCILIABLE (y por qué no dicen lo mismo de sus propias existencias cuándo su mente está harto irreconciliable con su cuerpo y su espiritualidad) y terminan firmando lo que para mí es una de las más grandes maldades que el humano ha adecentado con una ley, pues aquí se comete perjurio de un juramento UNICO que hoy por hoy se ha convertido en una venalidad, un protocolo que tiene sus raíces en el hedonismo de que mientras todo esté bien, bacán y más o menos sobrellevable pues somos ósmosis, pero cuando ya no, pues somos amebas, y así que sigue tu camino, y yo el mío, y ¿los hijos?…pues para eso están los sicólogos ¿no?

1 comentario:

  1. De todos los males mencionados el más terrible es el aborto. El asesinato masivo y a nivel de leyes de estado, en algunos países, de los seres más indefensos del planeta en el lugar que se supone debería ser el más seguro del planeta para ellos: el vientre de sus madres. El aborto es el genosidio más grande que ha habido en la historia... y el mundo, bien gracias, le da la espalda y se tapa los oídos para no oír el grito silencios de miles y miles de personitas que son cruelmente asesinadas.

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