sábado, 19 de septiembre de 2009

Infidelidades

¿A quién o a qué nos arrimamos cuando se nos cruza la penuria como si fuera una garúa de ácido, de ácido que duele cuando descubrimos que alguien a quien queremos tiene, o mejor dicho, ha pasado a la fila de los infieles?

¿Nos arrimamos a nosotros mismos, a estar entre quejidos y ayes que nos conducen a un desmejoramiento que nos descreemos cuando nos repetimos que va a pasar pronto y al final todo va pasando menos el dolor que se hace agudo? (Al final-final va a pasar pero mientras dure el instante se convierte en eterno calvario)

¿Nos arrimamos a la agregaduría amical que nos apoya, que nos escucha y nos da palabras de ánimo y son los que tienen en la confidencialidad el arma con la que podemos sentirnos un poco menos pesarosos ya que contarles nuestra pena ayuda a que la lucha ya no sea solo de uno? (¿Y si fuera que se amigo que esa arma el amigo o amiga nuestro lo utilizara en contra nuestra?)

¿O nos arrimamos a un ser supremo al que buscamos en el silencio y en la soledad del fatídico momento, lo cual no significa que por más descreído que seas de confiar en alguien supremo vayas a desechar tal posibilidad dado que desahogarte contigo mismo no basta y necesita entonces la cobertura de ese ser supremo que los creyentes identicazos como Dios?

¿Acaso no es pues una lección de verdadero consuelo saber que hay alguien allí arriba al que acudes para llorarle por una infidelidad cuando precisamente un acto de infidelidad más acentuado es cuando teniendo todos los bonitos y alegres momentos para acercártele solo miras hacia Él cuando te sientes una hoja estropeada, una sopa fría y aguachenta o una candela que un voraz viento arrasó para ni siquiera dejar cenizas?

Yo creo en Dios y sería infiel si no dijera y si no reconociera que muchas veces le he sido infiel, pero lo maravilloso es que a pesar de ello, Él siempre me escucha con igual o mayor atención que los amigos o lo que yo mismo pudiera escucharme.

4 comentarios:

  1. pues depende mucho de quién nos querramos arrimar... todos tenemos a alguien y, si no, pues qué más queda que nosotros mismos!

    ResponderEliminar
  2. Lo más duro de reconocer es que salvo en el caso de la infidelidad a Dios, la explicación de infidelidad siempre se encuentra en tres personas: la persona infiel, aquella con quien esta comente la infidelidad, y, quien la sufre, que usualmente no puso suficiente esmero en costruir la fidelidad del otro/a.

    ResponderEliminar
  3. Si no quieres hacer daño a nadie la infidelidad está demás, si uno quiere "aventurarse" a ser infiel así mismo creo que al final se puede dar contra la pared.

    bsos de esposa primeriza y Recién casada

    ResponderEliminar
  4. ¡Gracias por comentar!

    -Bueno respondiendo a Javier pues siempre queda alguien a quien arrimarse en la medida que reconozcamos que tenemos un aguante limitado y en la medida que otros siempre que les contemos nuestras cosas nos entiendan

    -Respondiendo a la espadachina, bueno hay gente que esmerandose mucho en cuidar su relacion recibe la inesperada traicion y bueno inexplicablemente no se sabe porqué, (casos y casos)


    -A esposa primeriza y recien casada, pues empato con tu opinion

    ResponderEliminar